Tenía pensado dedicarle una entrada a Christine Spengler hace tiempo, pero siempre surgía alguna idea y la iba posponiendo, ayer supe que era el momento.Fui a ver la fantástica exposición Yves Saint Laurent en la Fundación Mapfre de Madrid, en un rincón se reproduce el estudio que el diseñador tenía en su sede de la avenida Marceau de París, y allí, entre un retrato de Yves, serigrafías de Warhol, fotos de Helmut Newton y esculturas de sus perros favoritos, estaba esta foto de Christine Spengler del corazón fetiche de YSL sobre fondo amarillo.
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Conocí a Christine hace años en Madrid y disfruté de su amistad, aunque hace tiempo que no la veo, y me honró regalándome alguna de sus obras.
En primer lugar me fascinó ella y después todo su universo: sus fotos, su casa madrileña en la calle Válgame Dios, sus libros y sobre todo sus historias. Me encantaba comer con ella en El Comunista, una casa de comidas en Chueca, y escuchar su historia y la de su familia, sus viajes y sus anécdotas, para mí era como tener enfrente a Marguerite Duras y dejarme embriagar con sus narraciones del delta del Mekong.
El bombardeo de Phnom Penh, 1974
La salida de los americanos, Vietnam, 30 de abril de 1973.
Niños nadando con vainas de bombas, Camboya, 1974
Niños nadando con vainas de bombas, Camboya, 1974
Belfast, Irlanda del Norte, 1972
Londonderry, Irlanda del Norte, 1972
Londonderry, Irlanda del Norte, 1972
Madonna afgana, Kabul, 1988
Guardianas de la revolución, Irán, 1979
Cementerio de los Mártires, Irán, 1979
Cementerio de los Mártires, Irán, 1979
Nacida en Francia pero educada en España fue una de las primeras mujeres reporteras de guerra en un mundo de hombres y mostró el horror de la guerra y los conflictos armados pero desde una mirada alternativa, sin necesidad de enseñar el lado más cruento y morboso de los mismos.
Siempre con su Nikon a cuestas, vestida de negro y fotografiando en blanco y negro.
Para compensar, cuando volvía al reposo de la guerrera, hacía composiciones llenas de color en las que se aprecia la influencia española.
Siempre con su Nikon a cuestas, vestida de negro y fotografiando en blanco y negro.
Para compensar, cuando volvía al reposo de la guerrera, hacía composiciones llenas de color en las que se aprecia la influencia española.
La amante de los pechos desnudos.
Amante anónima.
Raquel Meyer***Cristo de las guindillas
La luz y la sombra en la mirada de una mujer especial, por sus autorretratos la conoceréis.
La luz y la sombra en la mirada de una mujer especial, por sus autorretratos la conoceréis.
Autorretrato Marrakech*Autorretrato Mishima
Autorretrato ProvenzaBlog save Christine Spengler!
Esta es una de esas entradas a las que no puedo evitar poner banda sonora.
Y ahora le has perdido la pista, no sabes de ella...? Búscala una amistad como esa no puede desaparecer.
ResponderEliminarArrieros somos y en el camino nos encontraremos.
ResponderEliminarNo la conocía. Sin duda tiene que ser una mujer muy interesante con todas esas experiencias.
ResponderEliminarLas fotos me encantan.
Y me has hecho recordar El comunista, y tantas cenas con tantas gentes desde mi adolescencia.
Es muy tarde y no quiero hacer ruido pero volveré a oir a la Moreau que me gusta siempre.
Un abrazo
Una mujer con mucho mundo, desde luego. El comunista es genial, y qué me dices de sus croquetas? Claro que recién llegado de Asturies aquí todo te sabrá a poco.
ResponderEliminarUn abrazo para tí también.
Wonderful post, great subject, thank you !
ResponderEliminarMe consta que Justo (Tiburones en Korador) y Senses (diario de un viaje imposible)cenaron en El Comunista este fin de semana. Después de tantos años esto solo puede ser una señal. Esta semana vuelvo a probar sus croquetas.
ResponderEliminarUn abrazo
SoVeNa, gracias eres muy gentil y agradezco tu visita.
ResponderEliminarUno, chicos listos tus amigos. Bon appetit!
Por cierto, Uno,si vas al Comunista fíjate en sus paredes y verás alguna foto de C. Spengler si es que no las han quitado. Un beso.
ResponderEliminares la del perrito asustadizo que sacamos a pasear?
ResponderEliminarSilvia
Hola Silvia, cuánto tiempo! Qué buena memoria! Se llamaba Moonlight!
ResponderEliminarMuchos besos