lunes, 7 de marzo de 2011

Tetra(b)logía

Pues sí, las últimas entradas junto con ésta forman una tetra(b)logía dedicada a la ambigüedad, en la que me he remitido a usos y mitos del pasado, que es el maestro del presente,
para buscar ejemplos de mejores tiempos para la confusión.



Pues de todos es sabido que durante siglos hombres y mujeres vistieron de forma similar, sin restar ni aumentar la indumentaria un ápice ni de feminidad ni de masculinidad, pues la identidad sexual no se expresaba en tela.
El antepasado del traje masculino tal como lo conocemos hoy en día, aparece generalizado tan sólo tras la Revolución Francesa, influído por el traje utilizado por la aristocracia inglesa, más campestre y práctica que la francesa, más cortesana, que hasta ese momento y desde hacía tiempo, dictaba las normas en cuanto a vestimenta se refiere.
Ya en el Renacimiento el hombre, al menos el adinerado, que es del que ha quedado testimonio, era todo brocados, encajes, satenes, terciopelos, hilos de plata y de oro.


El traje femenino da un giro de 180º durante la Primera Guerra Mundial, por pura necesidad, y adopta las virtudes del masculino: práctico, cómodo, apto para el trabajo.
Chanel fue una de las pioneras: el pantalón, el tweed, el tejido marinero, los impermeables de chófer, etc y triunfó.
Desde entonces la mujer no ha abandonado estas ventajas y siempre que un creador juega con los polos femenino-masculino en sus propuestas es considerado un acierto.



Pero no veo la misma balanza en el caso contrario.
Desde hace años son varios los creadores que juegan con los géneros, con los clichés sexuales, proponiendo prendas femeninas para el hombre, desde Jean Paul Gaultier a la cabeza a Comme des Garçons pasando por Rick Owens, Vivienne Westwood, etc.
Pero en este caso la interpretación de las colecciones no suele ser de hallazgo, no se califican de virtuosas, sino que se destaca su lado anecdótico, provocador, carnavalesco y si acaso de dirigidas al público gay, tradicionalmente más arriesgado en sus costumbres estéticas, aunque en la actualidad está en un momento pendular que se dirige al extremo "cuanto más oso..."



Y aquí es donde me surge el conflicto: en época de leyes de igualdad no hallo un reflejo de estas propuestas en la calle, por lo menos en la mía,
más bien al contrario;
y entonces me pregunto: ¿es por prejuicio? pero entonces no hay tal igualdad, ¿es por comodidad? pero llevar los pantalones por debajo del culo tampoco es cómodo, por ejemplo, y hay prendas del ropero femenino que tienen un aspecto muy confortable, o ¿es para reafirmar exteriormente una identidad sexual que en otros aspectos va diluyendo sus fronteras?



Para ilustrar la entrada he elegido a uno de esos artistas que me gustan, los que se autorretratan: Pierre Molinier, amante de la ambigüedad y la perversión, he puesto alguna de sus fotos menos comprometidas, podéis ver el resto en la red.
Chispúm!

6 comentarios:

  1. Maestro, a decir verdad el tema de la ambiguedad lo relaciono con un post anterior suyo el de GRISIS y sí es precisamente allí donde las conveciones sociales nos han edificado un mensaje de BLANCO O NEGRO.

    Por lo tanto, esos tonos GRISIS no se configuran como el paradigma sobre el cuál también podemos construir nuestro signo de identidad. (Aunque ahora es menos radical pero nos falta más coraje para enfrentarlo)

    Sin embargo algo se ha avanzado, pero le sugiero no perder de vista el concepto de igualdad "tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales, donde es comletamente distinto al igualitarismo y puede que allí donde creo contestarle su pregunta. Bajo la estela de esas ''convenciones'' no hace falta una convergencia de carácter absoluto, pero si podemos ser más libres al romper esquemas sin caer en el cliche.

    Sus reflexiones pueden abrirle los ojos a muchos o sin ser tantos a unos cuantos que inspiren a otros. Fuerte Abrazo

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  2. Es muy interesante tú planteamiento, es cierto que hay muchas cosas en las que parece que determinados prejuicios se van perdiendo, pero siempre he dicho que una falda será muy difícil que se la ponga un ejecutivo o un político... hay mucha carga machista todavía en la sociedad.

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  3. Tienes que preguntarle a mi hermano esto de los pantalones por debajo del culo, él te dará mil y un argumentos según los cuales, llevarlos así es lo más comodísimo del mundo! ;) Hasta suena convencido y todo...

    Chicos con faldas en París vi alguno y con tacón también, recuerdo a uno en especial porque en su look no había ambigüedad, no era un chico vestido con prendas femeninas, no jugaba con el género, era un chico con una falda y punto. Me pareció interesante.

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  4. Yo creo que lejos de un acercamiento entre hombres y mujeres cada vez estos se vuelven a distanciar mas. Anoche mismo veía un programa en la tele sobre la conveniencia de los colegios mixtos o no. Las mujeres han vuelto con mas fuerza que nunca a la imagen superfemenina de taconazo, maquillaje y ropa que marca las diferencias sin complejo alguno y los hombres jóvenes se visten con trajes oscuros, de alpaca, ajustados, de chulo italiano de barrio sin el menor pudor. Muy atrás queda la época hippie mas andrógina. La época progre de presumir de igualdad.
    Hoy, cada genero se reafirma mas en sus signos de identidad. En sus actitudes, en la relación entre ellos. Y así va la moda.
    Me encanta la entrada y las fotos.
    Un abrazo

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  5. Evian, me gusta mucho la digerencia que señalas entre igualdad e igualitarismo, absolutamente de acuerdo!

    Cal, desde luego sigue habiendo mucho convencionalismo y mucha caspa.

    Tamara, me encantaría conocer las teorías de tu hermano. Respecto al chico con falda que mencionas es justamente a éso a lo que me refiero, las prendas no tienen género y un hombre es un hombre "aunque se vista de seda".

    Uno, comparto tu visión, la mujer vuelve a tender al la incomodidad y el hombre al desaliño como señas de identidad, todo vuelve!

    Gracias y besos para todos

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  6. No conocía a Pierre Molinier. Y me parece estupendo. Me lo apunto! Como mola el intercambio de cromos

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